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@overwhelmsion

an outlet and a solace

i want cloaks to be brought back but i dont want to wear one until i know theyre actually back in style. like im not gonna be the one cloak guy in a 50 mile radius, i wanna be one of several in my immediate area and have nobody bat an eye. im too much of a coward to be a cloak guy in our current fashion climate but the utopia of cloak world appears to me in the dreaming hours

cut open a package of bacon while making food tonight, and then paused to take a pic because I realized the way I open bacon is probably not normal

is it just me? does anyone else do this?

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I think we've all done something very important here. thank you for your input!

Do you have ADHD

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Al costado de la ruta que comunica la Ciudad de Córdoba con Alta Gracia, se encuentra el mausoleo más alto del país, un monumento con forma de ala que recuerda a una de las primeras aviadoras que tuvo Argentina. Fue un encargo del escritor Raúl Barón Biza para recordar a su esposa, Myriam Stefford, quien falleció en un accidente aéreo en 1931.

Barón Biza fue un millonario excéntrico y polémico, que también supo incursionar en la política y en la literatura. Myriam Stefford en realidad se llamaba Rosa Martha Rossi Hoffman, había nacido en Suiza y se dice que era actriz aunque nunca se encontró mención a su persona en ninguna obra o película. Conoció a Barón Biza en los 1920s, se enamoraron y luego de un tiempo en Europa, la pareja se estableció en Argentina, alternando hogar entre la mansión art déco que Barón Biza hizo construir en la porteña avenida Quintana y la estancia familiar en Alta Gracia.

En nuestro país, Myriam también encontró una nueva pasión: la aviación. Tuvo como instructor a Luis Fuchs, un piloto alemán que había combatido en la Primera Guerra Mundial. Juntos emprendieron la travesía de unir 14 capitales provinciales del Norte y Centro del país.

El 26 de agosto de 1931, cuando estaban camino hacia San Juan, y en las instancias finales de la proeza, un accidente en el biplaza Chingolo II terminó con sus vidas en las afueras de la localidad de Marayes. Más adelante, una comisión investigadora diría que la tragedia se había originado por un perno faltante. Con el tiempo, también surgiría otra hipótesis argumentando que se trató de un atentado pasional ideado por el mismo Barón Biza. A los pocos días, en el lugar de la catástrofe, el viudo hizo construir un monolito de unos 10 metros de altura.

Los restos de Myriam Stefford fueron sepultados en la Recoleta y una multitud acompañó el cortejo. Descansaron durante 4 años en el panteón de la familia Barón, mientras Raúl comenzaba a idear un monumento en su estancia ahora rebautizada con el nombre de la aviadora. Allí creó otro monolito donde colocó los restos del motor del Chingolo II rodeado de placas conmemorativas.

En un primer momento, se pensó en construir un faro de 50 metros de altura proyectado por el ingeniero Jorge Wainstein, uno de los encargados de la construcción del estadio de Atlanta. Se le iba a sumar una colosal estatua del artista tucumano Juan Carlos Iramain, que representaría a una mujer alada. El proyectó no prosperó por lo que Barón Biza convocó a su amigo, el ingeniero Fausto Newton, para que se hiciera cargo de la obra que  finalmente terminaría alcanzando los 82 metros de altura más sus 15 metros de cimientos. Para tener una referencia, el Obelisco mide unos 67 metros. Varios años después, debajo del ícono porteño, el nombre de Newton quedó inmortalizado en una galería comercial del subte. Barón Biza era el propietario de aquel emprendimiento.

Pero volvamos a Córdoba. En 1935, para el cuarto aniversario de la tragedia, comenzaron las obras para construir el monumento que finalmente se inauguró el 30 de agosto de 1936. Se utilizaron 170 toneladas de hierro y hormigón y fueron empleados más de 100 operarios especializados traídos desde Polonia. Ese día hubo un almuerzo multitudinario para los presentes, acrobacias aéreas y la inauguración del aeródromo privado.

Al mausoleo se ingresaba a través de una puerta de hierro y en la entrada se encontraba un óleo con un retrato de la homenajeada. Luego, a través de 400 escalones internos, se accedía a las dos pequeñas ventanas que todavía se observan en lo alto del ala. En el ingreso a la cripta, ubicada a  6 metros de profundidad, se advertía: “Maldito sea el violador de esta tumba”. También se pedía: “Viajero, rinde homenaje con tu silencio a la mujer que en su audacia quiso llegar hasta las águilas”. Más abajo, se dice que se ubicó una caja de acero con sus joyas. Ese terminaría siendo el principal motivo por el cual con el tiempo se vandalizó el mausoleo numerosas veces. Incluso la tumba fue profanada. Cerca de la puerta, el muro fue calado por una fina cruz, encargada de proyectar la luz natural sobre la cripta. Durante los primeros años se convirtió en una atracción sumamente concurrida y hasta se imprimieron numerosas postales del monumento.

Para la inauguración, Barón Biza recibió a los concurrentes junto a Clotilde Sabattini, con quien se había casado poco tiempo antes. Ella fue pedagoga, dirigente feminista de la UCR e hija de Amadeo, ex Gobernador de la provincia de Córdoba, bajo cuya gestión se construyeron una serie de escuelas monumentales de las que hablaré en el futuro. En 1964 y mientras firmaban los papeles de la separación, en presencia de los abogados, Barón Biza le arrojó ácido al rostro, produciéndole gravísimas quemaduras. RBB se suicidó horas después. Con los años también se quitarían la vida Clotilde Sabattini, su hija María Cristina y su hijo Jorge.

En 1943 Barón Biza vendió la estancia a Otto Bemberg, dueño de la cervecería Quilmes, pero el monumento quedó en su poder. De ahí en más, se sucedieron concesiones, sucesiones y ventas poco claras, con intentos provinciales por recuperar el predio. Hace algunos años se aprobó una ley para que la provincia tome posesión del terreno para realizar un parque temático dedicado a Barón y Myriam. Sin embargo, una causa judicial no resuelta con los dueños anteriores, complicó los avances.

Desde fines de los años 30 el monumento a Myriam Stefford es una atracción turística. Miles de personas lo han visitado y todavía hoy se detienen a ver las ruinas del mausoleo. Muchas parejas continúan escribiendo sus nombres y sus dedicatorias amorosas en sus muros a pesar del abandono y el saqueo. Mientras tanto, se dice que los restos de Barón Biza permanecen enterrados debajo de un olivo, a pocos metros de Myriam y su ala.

Fuentes:

Ferrer, Christian. Barón Biza : el inmoralista. - la ed. - Buenos Aires :

Sudamericana, 2016

Recordando a Myriam Stefford. Un monumento al amor camino a las sierras de Córdoba. Arq. Carlos Page.

Amor , Misterio y Maldición https://youtu.be/acE1S8ugalU

Vicente Osvaldo Cutolo. Buenos Aires: historia de las calles y sus nombres, Volumen2

Myriam Stefford, Barón Biza. Edición digital.

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